Imagínate que estás en los pirineos, paisaje nevado fuera de casa, un fuego en la chimenea del salón, un sofa y una manta. E imagínate que acabas de llegar y la casa está fría. Sabes que vas a necesitar ponerte tu forro polar y casi formir con él hasta que la casa se caliente. Pero la estampa bucólica no te la quita nadie.